viernes, 15 de marzo de 2024

Momias o esqueletos humanos en Museos: ¿se puede exhibirlos, o no?. Problemática disyuntiva planteada hoy a los Museos del mundo.

 En  recientes artículos nuestros en defensa de la actividad arqueológica del jesuita padre Gustavo le Paige en San Pedro de Atacama, en este mismo Blog, nos hemos planteado  la siguiente inquietud: "es lícito exponer en los Museos momias o restos humanos del pasado"?.  Las etnias indígenas reconocidas en Chile han estado poniendo hoy  en tela de juicio esta práctica habitual, muy en boga en el siglo pasado en gran parte de los museos del mundo.  Por cierto, también en Chile (1). 

 El caso tal vez más bullado en nuestro país, -que ha desencadenado una verdadera persecución a su autor-  ha sido el del Museo arqueológico construido por el padre Gustavo le Paige en el poblado atacameño de San Pedro de Atacama,  en la región de Antofagasta. Es bien conocido el hecho de que uno de los mayores atractivos de dicho Museo donde confluía un numeroso público extranjero curioso, era la exhibición de momias atacameñas perfectamente conservadas, junto a su rico ajuar mortuorio con el que fueron enterradas. No pocas de ellas, a lo que sabemos,  con fechados de C14 cercanos a  los  1.000 a  2.000 años atrás.  

Fig. 1.  Momias atacameñas expuestas en el Museo Arqueológico de San Pedro de Atacama por el padre le Paige (Antigua foto nuestra en blanco y negro del 8 de  diciembre 1964).

Fig. 2.  La primera sala de exposición del Museo de San Pedro de Atacama. Observe las momias dispuestas a ambos lados de la sala. No se expone en vitrinas aún...todo está a la vista. (Foto H. Larrain, 8 diciembre 1964). 

Fig. 3   Fotos de momias y cráneos del Museo del P. Le Paige en San Pedro de Atacama. En reportaje del diario "El Mercurio" de Santiago de Chile del día 25 de Junio,1981.

Nunca, que sepamos, exhumó le Paige tumbas  o excavó cementerios indígenas recientes, posteriores a la conquista española. Mucho menos las tumbas adosadas a los costados de las iglesias antiguas, como en el caso de Chiuchíu (2). Pero sí cementerios o tumbas que, por cierto, no estaban visibles  en el paisaje y que el arqueólogo llegó a descubrir gracias a su "olfato" característico o -más frecuentemente- al "dato" suministrado por lugareños y que le hacían llegar muchas veces (3). 

Las momias  y los cráneos atacameños.

¿Qué tenían de particular estos antiguos restos humanos para le Paige?. ¿Por qué su afán, aparentemente desmedido, por colectar y estudiar varios  miles de cráneos humanos antiguos exhumados en la zona atacameña?.  Porque hay constancia de que en su Museo llegó a acumular una enorme cantidad de cráneos (4).

Fig. 4.  Momia expuesta en el antiguo Museo de San Pedro de Atacama. Motejada como "Miss Chile" por algún desaprensivo visitante, tal denominación prendió y siguió en uso. Lamentable falta de respeto  hacia una joven mujer atacameña del pasado. (Foto en reportaje citado de "El Mercurio", del 25 de junio 1981).

En nuestra opinión, tres muy poderosas razones impulsan al arqueólogo a buscar afanosamente y extraer,  estudiar y guardar  tales restos en su Museo:  

a)  Estudiar el tipo, forma y características  de algunos de los cráneos  comparándolos con especímenes del tipo Neandertal descubiertos recientemente  en  Europa, entusiasmado con la idea de hallar rastros del período  paleolítico en  la zona atacameña (tarea propia de la antropología física), 

b) analizar y describir las características de cada cultura representada por el conjunto de elementos de su ajuar  funerario,  vestimentas: objetos, cerámica,   utensilios varios u ofrendas asociados al  entierro (tarea propia de la arqueología).

c)  Verificar las secuencia cultural observable  desde un punto de vista cronológico para llegar a concluir la existencia de una continuidad de la cultura atacameña  in situ. Para ello necesitará  le Paige y obtendrá algunos fechados de C14 que le permitan afirmarla  (tarea propia de la arqueología). (5). 

En el primer caso, le interesaba  descubrir posibles  relaciones de los más antiguos habitantes de Atacama  con  grupos marginales (o finales)  del paleolítico europeo. Concretamente, llega a sospechar la existencia de un posible contacto con grupos Neandertales llegados a América desde Siberia a través del estrecho de Behring en Alaska. Por ello, su interés casi enfermizo por hallar posibles relaciones genéticas perceptibles a través de la forma externa del cráneo  (análisis de la calota craneana). Curiosamente, no se interesaba mayormente por los maxilares inferiores (mandíbulas), como se puede apreciar a través de  sus escritos.

 En este contexto, se comprende su marcado interés por estudiar los que él denomina "cráneos chatos" que a él le recuerdan vivamente formas neandertales. Tal preocupación es claramente perceptible en  varios de sus artículos de índole antropológico-física. Véase, a título de ejemplo, las siguientes citas que señala en su trabajo "Cráneos atacameños, evolución, ritos", editado en los Anales de la Universidad del Norte Nº 5,  año 1966:

"El caso  tan extraño y especial de San Pedro de Atacama, mostrando en su material lítico y agro-alfarero una secuencia tan perfecta, esta vez no artificial, ¿tendría también su comprobante en los rasgos antropológicos?. La arqueología no, puede contestar (esta pregunta) y lo importante (aquí) es la antropologia física"  (le Paige, 1966: 7).

"El grupo de cráneos de "tipo chato" nos había llevado a decir que no podríamos afirmar  si la mezcla de Neandertaloide y de Sapiens se había realizado antes del paso por Bering, o en América misma. El cráneo de Tambillo inclina la cuestión en favor de la segunda hipótesis" (Le Paige 1966: Lám. 4). (6).

"Ahora bien, ¿en qué consiste  el grupo de Tipo Chato?. Tiene tres características :  1)  arcada supraciliar pronunciada;  2) frente huyente, 3) occipital bajo y alargado, además de la altura Bregma-Basion (ABB) muy reducida. 

También hay que insistir sobre el hecho de que el cráneo del "Tipo Chato" se encuentra en los cementerios más antiguos de San Pedro de Atacama, para desaparecer totalmente en los más recientes". (le Paige, 1966: 8-9, énfasis nuestro).

El lenguaje usado por le Paige en estas citas es a veces tan parco y sintético, que cuesta no poco entenderlo...Por eso nuestra adición en el texto de palabras entre paréntesis. 

Fig. 5.  El padre le Paige estudiando los cráneos de su colección craneológica. Imagen tomada de su propio trabajo: "Antiguas culturas atacameñas en la cordillera chilena",  Anales de la Universidad Católica de Valparaíso,  Nº 4-5,  1957/58, pág. 123.

En síntesis, le Paige nos viene a decir

 Así como se puede comprobar en la zona atacameña una clara secuencia cultural tanto en la  evolución de la cerámica como en la lítica, podríamos preguntarnos si, a la vez, será posible observar una evolución temporal en los caracteres físicos de la calota humana desde el tipo Neandertal al tipo de Cráneo Chato, exhumado en San Pedro, tipo éste último que,  de acuerdo a le  Paige,  termina por desaparecer del todo en tiempos más recientes.

A le Paige se le objetó en su tiempo que en sus análisis confunde  la deformación  tipo "Tabular oblicua" -frecuente en la zona- con un imaginado "Tipo Chato". Le  Paige arguye con argumentos, sin embargo,  decididamente  en contra de dicha posible confusión (ver 1966: 9); (7). 

En suma, aún cuando los conocimientos de le Paige en materia de antropología física fueran frágiles (pues no existe la menor constancia de estudios suyos en esta especialidad) (8), podríamos concluir que  él tenía el "presentimiento" de que su secuencia craneométrica  apuntaba a la existencia probable de rasgos neandertaloides en su zona de San Pedro.  Muchos de sus cráneos, como los que rotula de "tipo chato", en su opinión, le parecen comprobar su hipótesis (9).

Tal búsqueda le incentivaba  a exhumar y reunir la mayor cantidad posible de cráneos con el objeto de  corroborar sus audaces hipótesis. Lo cual nos permite explicarnos hoy, de inmediato, la enorme cantidad de cráneos que llegó a reunir en su Museo arqueológico. 

Lo que más le apena -lo confiesa abiertamente- es no haber podido hallar tumbas comprobadas  correspondientes a las culturas líticas más antiguas de cazadores-recolectores: según él, las de Ghatchi o Tulán (10). Lo señala, con una cita en francés, explícitamente, al inicio de su trabajo "Cráneos atacameños" (1966: 5):

"En abril de 1966 el arqueólogo francés  que descubrió en enero de 1953 el  tesoro de Vix, decía: "mais ce qu`il me faut, voyez vous, c´est la nécropole de guerriers de Vix. Où est elle? sacrebleu!.." (1966:  7).

Citas semejantes se puede espigar en sus trabajos: "Estudio craneométrico de la colección del museo de San Pedro de Atacama", Anales de la Unversidad del Norte, Antofagasta,  Nº 1, 12-35 del  año 1961 o en su artículo: "Cráneos atacameños: evolución, ritos", publicado por  Anales de la Universidad del Norte, Antofagasta, Nº 5, 7-10, año 1966.

Este tema (posible influencia temprana Neandertal en América) le intriga y apasiona enormemente. En buena medida, -sospechamos- sería el fruto de sus lecturas de reportes franceses aparecidos en revistas de Francia o Bélgica, que recibe regularmente y/o de las lecturas de las obras de su correligionario, el jesuita y paleontólogo francés Pierre Teilhard de Chardin  (1881-1955). (11).

En nuestras frecuentes visitas a San Pedro de Atacama (1963-65) para ayudar a le Paige en sus tareas apostólicas, tuvimos la grata oportunidad de conversar y discutir más de una vez este tema con el propio le Paige que estaba por entonces obsesionado con  esta posibilidad. 

Momias atacameñas.

¿Qué pensaba le Paige sobre la exposición de sus momias en el Museo de San Pedro?.  Hay que considerar que, en esos años, era frecuente y normal exponer cuerpos humanos con su respectivo ajuar funerario procedentes de excavaciones, en nuestros museos arqueológicos. Nadie lo objetaba. Por el contrario, ello constituía una prueba más de la fidelidad del científico en mostrar sus excavaciones y sus resultados concretos. 

Recuerdo bien que nosotros mismos, en nuestro pequeño museo de la Universidad del Norte en calle Prat, teníamos en exposición varias momias desenterradas por Bernardo Tolosa en Quillagua (1964). En particular, recuerdo muy bien aquella de un pescador que presentaba, colgada a su cuello, una talega decorada. En su interior, hallamos numerosos pescaditos  pequeños, disecados. como "alimento" para la vida en el más allá. 

Otro recuerdo personal.

Me atrevo a aportar aquí otra escena en que me tocó ser protagonista. Extracto de mi Diario de Campo Nº 1-A la fecha aproximada del hecho: 24/09/1964.   Invitado por el arqueólogo Percy Dauelsberg del grupo de Arica, fui desde Antofagasta con el joven estudiante de biología Agustín Llagostera a ayudar a Percy y su equipo a desenterrar tumbas halladas en un montículo funerario, en la parcela  19 del valle de Azapa.  Los dueños de dicha parcela, la familia Ramos Coddou querían, a toda costa,  eliminar un gran túmulo,  a unos 30 m. de su vivienda, que según ellos les estorbaba. Sondeos previos hechos por la propia familia (en realidad, huaqueos), señalaban claramente la presencia de gran número de tumbas apiladas unas encima de otras. Por ello recurrieron al arqueólogo Dauelsberg, por entonces el experto de la zona. Dos o tres días, en efecto, estuvimos allí ayudando y tomando notas de los hallazgos (12). La totalidad del material funerario entonces recolectado pasó a integrar las colecciones del Museo arqueológico de Percy que a la sazón se encontraba en calle Sotomayor en la ciudad de Arica. Pero Percy, a pedido mío, nos obsequió algunas momias y cerámicas decoradas para formar parte de la colección de nuestro museo de la Universidad en Antofagasta. 

Como el jesuíta Alfonso Salas nos había pedido que de vuelta a Antofagasta trajésemos dos vehículos nuevos (citronetas), recién compradas en Arica, aproveché la oportunidad de llevar conmigo 3 momias procedentes del citado túmulo funerario (13), obsequio de Dauelsberg para nuestro Museo universitario. No pensé para nada en las posibles  consecuencias. Al llegar a la aduana de Cuya, sitio de control policial obligado,  me presenté en la oficina. A la pregunta del carabinero por el número de pasajeros que yo portaba, señalé que en mi vehículo venían otros tres pasajeros que estaban imposibilitados de bajar. El funcionario se acercó al vehículo a verificar y ahí se da cuenta de la calidad de los presuntos viajeros. Al ver mi aspecto de sacerdote y al escuchar mis explicaciones, el funcionario policial sonrió y nos dijo: "aquí en Cuya cuando levantaron el cuartel policial, aparecieron también varios entierros". Por suerte para nosotros, no dio mayor importancia al hecho que pudo habernos costado caro (14).

Este pintoresco episodio demuestra con qué facilidad, en aquellos años, se podía traficar en el país  con restos humanos arqueológicos y objetos  funerarios.


En Santiago, la momia del cerro El Plomo.


La arqueóloga austríaca Grete Mostny, directora del Museo de Historia Natural de Santiago, mantenía en exposición, como notable adquisición,  la famosa momia de la niña del cerro El Plomo, hallada en el año 1954, notable expresión de un  sacrificio humano denominado "capacocha" dedicado  al sol y a las divinidades  de las alturas en  el Tawantinsuyo de los Incas. (15). Esta exposición ha atraído, por muchos años, numerosísimos visitantes. Nadie objetó su exhibición en el Museo.

Le Paige por lo tanto, en este tema solo continuaba una tradición general existente en todos los museos del mundo, costumbre  iniciada, tal vez, en el Museo de El Cairo con la exposición pública de las famosas momias de los faraones egipcios  que han sido  exhumadas hasta hoy, en los cementerios de Saqqara, Lisht, Tebas y otro sitios más en Egipto y Nubia  (16).

Es cierto que Le Paige -a diferencia de  todos los otros arqueólogos en Chile- exhuma muchos más cuerpos y cráneos que todos sus colegas chilenos juntos (17). Ya hemos abundado en su explicación, a nuestro entender,  por las poderosas razones que le mueven e impulsan en  este afán aparentemente exagerado.


¿Ahora bien, existe algún "parentesco" real de las momias atacameñas con los actuales habitantes de la zona?. 

Los pueblos indígenas en Chile, en particular los del Norte (aimaras, quechuas, lickan antai, collas o diaguitas) arguyen hoy que la exposición  museológica de los restos de sus "antepasados", máxime en el estado de momias,  les resulta particularmente denigrante y vergonzosa, Atenta -señalan- contra su dignidad  y  sus más caras convicciones religiosas y éticas. Consta, en efecto, el profundo respeto que  sienten por sus antepasados ("los abuelos") a los que visitan y honran invariablemente en sus cementerios  y camposantos hoy día.  Y basta acudir a sus cementerios, especialmente los días 1 y 2 de noviembre de cada año (18), para constatar cómo las familias indígenas honran la memoria y el recuerdo de sus antepasados. 

¿Son estas momias realmente sus verdaderos antepasados?.

Ahora bien, nos podemos preguntar seriamente sobre el parentesco real de los actuales habitantes de Atacama y los cuerpos momificados que se exponía a la vista del público  en el Museo arqueológico del padre le Paige en San Pedro de Atacama.   En otras palabras, ¿son los actuales Atacameños en sus diferentes poblados los descendientes directos de esos difuntos momificados expuestos en el Museo?. Porque si no lo fueran y tuviesen un probado origen diferente, estarían reclamando sin fundamento alguno.  

Si, ex hypothesi, el cuerpo momificado corresponde a un individuo que vivió hace 1.500 años digamos en el ayllo de Coyo, Tchécar,  Túlor o Quitor, habría transcurrido entretanto la friolera de 80 generaciones (si consideramos un promedio de 25 años por generación) hasta alcanzar la generación actual. ¿Será posible constatar un parentesco real de un actual residente de Coyo con su lejano antepasado prehistórico, transcurridas entretanto 80 generaciones?.

 En sentido estricto, sí sería posible. Pero para ello se requiere, de necesidad,  el cumplimiento de varias premisas básicas. Una,  que los miembros de dicha familia no se hubiesen movido de su lugar de origen durante todo ese extensísimo período de tiempo; y dos, que no hubiese existido interferencia en el árbol familiar por el aporte genético de otros individuos (hombres o mujeres), venidos de otras zonas geográficas, otras tribus y otras culturas. En otras palabras, que no hubiese existido mezcla alguna racial con otros grupos. 

 ¿Es posible que tal cosa haya podido ocurrir en Atacama?  ¿Es posible la conservación  en el ADN de un actual residente de Coyo o Tchecar de genes de hace unas 80 generaciones atrás?. En principio, sí es posible.  

Tenemos hoy en el mundo algunos notables casos ilustrativos al respecto. Así, por ejemplo, estudios genéticos recientes han podido comprobar, sin género de duda, que en el ADN de no pocos actuales habitantes del Ötztal, en los Alpes italianos, persisten  genes ya presentes en el ADN del famoso Ötzi, el cazador alpino también conocido como "el hombre de  Hauslabjoch" que vivió hace alrededor de 5.300 años en la misma zona alpina. Fue hallado en el año 1991 casualmente,  intacto, con sus armas de caza, por montañistas alemanes, entero y congelado, entre los hielos de los Alpes  a 3.200 m de altitud. ¡En este caso, se estaría probando que subsiste un lejano parentesco tras el transcurso de  212 generaciones!.

Otros casos de exposición de cuerpos humanos momificados.

Además del cercano caso del "hombre verde" o "momia de cobre" , cuerpo naturalmente momificado de un antiguo minero atacameño, hallado en el año 1881 en una antigua mina cercana a Chuquicamata, intacto, con sus herramientas de trabajo y vestimenta (19), hay en el mundo muchos casos de hallazgos de momias semejantes, muy antiguas y  bien conservadas, sea en las arenas del desierto egipcio, sea en las turberas escandinavas o inglesas. 

En el Museo de Arica de la Universidad de Tarapacá, en el valle de Azapa se expone hasta hoy, sin prejuicio,  un conjunto de  momias del tipo "Chinchorro",  fechadas entre los 6.000  y 7.000 A.P (antes del presente). 

En el año 1950 fue hallado en Tollund, Dinamarca, el cuerpo momificado y perfectamente conservado, en la turba de un pantano de un hombre de unos 40 años de edad que se especula habría sido sacrificado a los dioses en la Edad del Hierro.  Su data es de unos 2.400 años. Los daneses lo exponen hoy  al público sin ruborizarse.  

Estos casos como muchos otros semejantes que podríamos citar, son hoy conservados y mostrados con naturalidad  y sin escándalo en varios museos de Estados Unidos o de los países nórdicos.   Nadie ha objetado hasta hoy su exhibición al público.


¿Qué ocurre en el caso atacameño? El caso particular del área atacameña desde el punto de vista demográfico.


En nuestra opinión, la premisa (de un  total aislamiento geográfico) no se dio, ciertamente,  en el caso atacameño. A pesar de su aparente soledad y lejanía, el área de Atacama y sus poblados ha sido objeto de un tráfico intenso e incesante de personas a lo largo de la historia antigua y reciente.  Pruebas al canto. 

En primer término, recordemos la presencia del camino del Inca  o Qhapaq Ñan, ruta incaica que cruzaba de norte a sur el territorio atacameño y que, aún hoy, conserva algunas de sus antiguas huellas en la zona de Peine  y al sur de Tilopozo (20). Durante el período incaico, esta era la única ruta normal de comunicación con el extremo sur andino del Tawantinsuyo, cercana al océano Pacífico. Por aquí traficaron -según las crónicas- los ejércitos del Inca desde Pachacuti hasta Huayna Cápac y, posteriormente, las huestes de los conquistadores españoles Diego de Almagro  (1535), Pedro Sánchez de la Hoz y Pedro de Valdivia (1540) y otros grupos posteriores  de refuerzo solicitados a Lima por este último.  Movimientos de tropas que, invariablemente, involucraban un contacto (forzado o amistoso) con los pobladores cercanos para recabar su indispensable apoyo y asistencia.  Así, se reclutaba siempre a los pobladores cercanos  como cargadores  o auxiliares. 

Se sabe bien hoy, además,  por las fuentes de la arqueología histórica y la historia colonial temprana, que el río Loa fue una habitual senda de comunicación de los grupos altiplánicos con los grupos de pescadores changos y camanchacas de la costa pacífica. Durante el trayecto, disponían de agua fresca del río y alimento seguro para sus llamas de carga.  Al llegar a la costa, en la desembocadura del Loa,  intercambiaban sus producciones: textiles, coca, quínoa y variedades de papas por pescado seco ("charquecillo"), algas secas y mariscos con los changos pescadores allí residentes.  En efecto, existió un tráfico incesante en ambos sentidos, ya que también los pescadores solían  internarse en el territorio árido y alcanzaban los poblados atacameños o aimaras para realizar un activo intercambio comercial o trueque (21). 

Esta incesante movilidad entre las tierras altas de Bolivia actual y la costa del Pacífico -bien comprobada por el arqueólogo John Murra (1972) para el sur peruano (22), debió  existir desde una remota antigûedad  y nos consta se dio al menos desde la época de influencia de la cultura altiplánica de Tiahuanaco (23). Tal frecuente intercambio mutuo de productos, sin duda alguna, trajo también consigo un incesante intercambio de genes, fruto del maridaje o cruce eventual con mujeres atacameñas.

Esta movilidad trans-andina (en ambos sentidos)  experimentó su máximo desarrollo -a lo que creemos- en la época salitrera  (entre los años 1840 y 1925), cuando desde Jujuy, Catamarca, La Rioja o Tucumán numerosos arrieros argentinos viajaban continuamente, conduciendo recuas de ganado bovino en pie hasta las Oficinas Salitreras  sitas en la pampa, para aportar carne fresca a sus pulperías. No pocos de entre ellos, solteros, terminaron radicándose definitivamente  en poblados atacameños donde formaron familia.

La consulta de archivos parroquiales: un  hallazgo.

Hace años, tuve la oportunidad de revisar someramente los archivos antiguos de bautismo y matrimonio de la parroquia católica de Calama. Recorriendo las partidas fechadas aproximadamente entre los años 1880-1925 me sorprendió mucho en la información  referente al lugar de origen y actividad  del padre  (del bautizado o casado)  la gran cantidad de anotaciones que señalaban como actividad "arriero", y como procedencia,  pueblos de Bolivia  y/o Argentina.  Asentados ya en pueblos atacameños pertenecientes a la parroquia católica de Calama, estos antiguos arrieros terminaron casándose con atacameñas, formando allí sus nuevas  familias. Varios de los actuales apellidos de la zona, tales como Cruz, González, Reyes, Tejerina, Ramos, Zuleta, Escalante, Mondaca, Lobera, etc.... tendrían -según mis sospechas-  este probable (¿o posible?) origen. Los antiguos y venerables apellidos atacameños  son hoy sumamente escasos allí y más bien se les podría hallar en los pueblos más alejados como Caspana, Toconce, Ayquina o Cupo. Los arrieros argentinos o bolivianos que se  afincaron en la zona -tal como lo hemos explicado- prefirieron instalarse en las prósperas tierras agrícolas, entre los ayllos de San Pedro y/o  Toconao. 


Comentario final.


Gustavo le Paige es un hombre de su tiempo. Es decir, en muchos aspectos y decisiones, actúa como todos sus coterráneos. Pero hay algo más en él que lo diferencia profundamente  de sus colegas chilenos de su época:   está imbuido de ciertas hipótesis fijas que procura, por todos los medios posibles, comprobar. Ya lo hemos señalado. Son éstas: 1) probar la enorme antigûedad del hombre atacameño y su relación genética con el Neandertal de Europa, y 2)  dejar en evidencia y comprobar la "continuidad de la cultura atacameña"  en la zona a pesar de los evidentes cambios en sus estilos  cerámicos. Y como corolario final: 3) dar a conocer al mundo culto la extraordinaria riqueza cultural de la zona de Atacama. 

Como instrumento práctico para ello, toma la audaz decisión de montar  un Museo arqueológico donde puede mostrar a los sabios del mundo sus descubrimientos. Por eso convoca allí mismo, en el recinto de su naciente museo, dos importantes Congresos:  el primer Congreso Internacional de Arqueología en  el año 1963  y -posteriormente-   el Congreso Panamericano de Arqueología, el  que tuvo también lugar en San Pedro, en el mes de diciembre del año 1969.


¿Le faltó,  tal vez,  hacer algo al padre le Paige para dar a conocer sus audaces hipótesis?.


Reflexionando serenamente sobre este tema, hemos llegado a la convicción de que más de algo le faltó a le Paige hacer en relación con su actividad museológica en San Pedro de Atacama. Algo que le habría evitado - así lo creemos- la ola de críticas actuales  a su labor. Algo que, por lo demás, también hemos echado de menos entre los actuales arqueólogos del Museo  de San Pedro de Atacama y que ha provocado ese distanciamiento (por no decir alejamiento)  de los atacameños de las actividades del Museo y de los arqueólogos en general .  ¿Qué  es?. 

Le Paige se apoyó solamente en sus jóvenes y fieles ayudantes a los que enseñó a excavar.  A ellos los educó, formó y corrió siempre con  los gastos de su educación y sus necesidades personales. A ellos les explicaba algunas cosas acerca de la importancia del trabajo científico que se hacía en el Museo.  

Pero, que sepamos, nunca intentó  dar a conocer y explicar a los adultos atacameños de su pueblo, y especialmente a los  jefes de familia más capaces y despiertos, acerca de las profundas razones de su labor y de los objetivos concretos que él perseguía en sus búsquedas.  En suma, no supo dar a conocer  y explicar su trabajo a sus propios feligreses de su Parroquia.

  ¿Qué debió hacer a mi entender? El padre pudo formar  a su alrededor, un grupo de apoyo de hombres, jefes de familia, a los que explicara en detalle su trabajo y sus motivaciones más caras. Debió formar una especie de "círculo de estudios antropológicos" con ellos y para ellos. A ellos pudo y debió explicar la enorme importancia  de su labor para el futuro de su pueblo. ¿Por qué no lo hizo?. ¿Por falta de tiempo?...Ciertamente no habría sido tarea fácil reunir periódicamente un grupo de hombres y mujeres del pueblo con dicho fin,  cuando disponían de escaso tiempo para ello, ocupados como estaban en sus urgentes  labores agrícolas.

 ¿Tal vez  pensó que ellos no llegarían a  comprenderlo?. ¿Resabio éste de una "mentalidad colonialista" fruto insospechado, tal vez, de su actividad entre las tribus del Congo Belga?. Impronta que ha sido sugerida por un investigador reciente  de su labor, a nuestro entender sin fundamentos serios (24).  

Lo cierto es que no lo hizo, o no supo hacerlo. En cambio, sí lo hizo y con un éxito descomunal, ante el mundo científico internacional a través de sus Congresos en San Pedro. A los científicos del mundo, sí supo presentar sus descubrimientos y sus audaces razonamientos.

Lo cierto es que le Paige nunca imaginó -a lo que sospechamos-, la reacción negativa futura de algunos atacameños ante su trabajo,  reacción negativa que se iba incubando e incrementando con los años. ¿Supuso, tal vez, que solo se trataba de un cierto vago temor a la "venganza" de los  difuntos por  violar su descanso eterno  y que éste se desvanecería con el paso del tiempo?. Si  llegó a darse cuenta de ello, ciertamente no le confirió mayor importancia. Máxime cuando veía que muchos de ellos o sus mujeres, le suministraban con frecuencia datos de hallazgos de cuerpos o le traían de obsequio los cántaros u objetos hallados en sus chacras. Yo fui, varias veces,  personalmente, testigo de tales donativos (1963-64).  ¿Vió le Paige en ello una suerte de aprobación tácita a la labor desarrollada en el Museo?.

Resulta bastante difícil hoy, saber con certeza qué opinaba le Paige al respecto. ¿Subestimó, tal vez, la capacidad intelectual de los atacameños para comprender la enorme importancia de su labor?.  ¿Resabio inconsciente de su labor misional en el Congo entre sus negros iletrados...?. ¿ O fue causado por  su  convicción de que, en definitiva,  terminarían finalmente por aceptar y comprender su labor confiando en él tal como ocurriera en tantas otras ocasiones?  Recordemos a este propósito, que el padre fue un líder indiscutido en muchas actividades del pueblo, incluso en sus justas y competencias deportivas. 

Preguntas que resulta muy fácil hacerse ahora y que no podemos responder con certeza. Por ejemplo: ¿se percató le Paige de la reacción normal general de sus visitantes atacameños al contemplar las momias expuestas de sus presuntos "abuelos"?. ¿Analizó las posibles consecuencias de este temor reverencial a los difuntos?.

 Consideremos, a este propósito, que la actividad museológica y excavatoria del padre le Paige coincide con un período previo al reconocimiento de los atacameños como "pueblo indígena" en la legislación nacional.  Es decir, le Paige actúa como investigador del pasado remoto atacameño bastante antes de que los pueblos atacameños se auto-definieran  y fueran reconocidos como "pueblo" indígena, autóctono de Chile.  Le Paige muere en mayo del año 1980; La Ley indígena en Chile data, en cambio,  del mes de  octubre del  año  1993.

Nos consta a los investigadores que tal reconocimiento legal acarrearía,  muy pronto, gran número de cambios en la propia visión de los pueblos indígenas (auto-percepción étnica) y en sus demandas específicas al Estado chileno.

Le Paige, finalmente, fue un destacado hombre de ciencia de su tiempo en nuestro país. Los numerosos reconocimientos internacionales recibidos  en vida,  así lo atestiguan.  Y debe ser juzgado con  los criterios  y juicios éticos propios de su época, no con concepciones,  modelos,  juicios o parámetros  actuales. Esto, en estricta justicia. 

Colofón.

En cuanto a la persistencia de un posible y remoto "parentesco" entre los actuales habitantes del salar de Atacama y las márgenes del río Loa, y las momias excavadas por le Paige, valga la abundante argumentación arriba expuesta. Tal posibilidad ciertamente existe (25), pero creemos que en el caso presente es sumamente remota y/o muy dudosa, siendo mucho más probable que se detecte -mediante el cotejo de muestras de ADN- un parentesco mucho mayor  de los atacameños actuales con los pobladores quechuas del extremo sur boliviano (Lipes) y/o con grupos étnicos del Noroeste argentino por las razones aducidas más arriba. Valdría ciertamente la pena que algún investigador avezado realizara un día tal prolijo cotejo para esclarecer bien este punto y salir, una vez por todas,  de dudas (26). 

Estampamos en el capítulo de nuestro blog titulado: "El arqueólogo Mario Orellana y Gustavo le Paige: un testimonio elocuente", editado el día 30/08/2011 las frases que siguen, tomadas ad litteram del arqueólogo Orellana y que hoy reafirmamos con pleno convencimiento:

"Hoy por hoy, digan lo que digan algunos sobre la "impiedad" de Le Paige para con los ancestros de los atacameños al sacarlos de sus tumbas, no puede dudarse de que la llegada de este humilde y servicial sacerdote de sotana gris, cambió el rumbo de la sociedad y de la cultura lickan antai, orientándola decidadamente hacia la presente toma de conciencia y reetnificación de su pueblo, el pueblo atacameño".


Notas al texto.   


(1)  En tiempos del P. le Paige no existía aún esta exigencia de los actuales pueblos indígenas en relación al cuidado y respeto hacia sus antepasados. En todos o casi todos los Museos de Chile se exhibía algunas momias. Éstas, eran parte integrante  obligada de un registro arqueológico cuidadoso tras las excavaciones practicadas por  los arqueólogos.


(2)  A los costados de la iglesia colonial de Chíuchiu, la más antigua de Chile, se adosan  filas de  túmulos de barro, semejando  sarcófagos, algunos de los cuales aún portan los nombres del difunto. Allí se enterró hasta fines del siglo XIX. Durante la época colonial, en los muros de los templos más importantes de las ciudades, fueron inhumados personajes principales que así lo habían solicitado expresamente en sus testamentos. Algunos templos poseían sendas  criptas bajo la nave principal, para tal efecto. Es el caso, por ejemplo, de la iglesia del pueblo de Tarapacá, también de época colonial. Cripta ésta que nunca ha sido estudiada aún desde el punto de vista demográfico  y que sabemos contiene numerosos entierros de la época colonial. (Información oral obtenida de Eduardo Muñoz hacia el año  1980).


(3)  Tengo la impresión -lo que tal vez se pudiera confirmar a través de las páginas del Diario de le Paige- que la mayoría de los cementerios excavados por el padre fueron fruto directo de un  aviso oportuno por parte de los propios lugareños agricultores que tropezaban con dichos cuerpos al labrar sus campos. Tal vez sus antiguos ayudantes del Museo, puedan aún hoy informarnos mejor al respecto. Si tal fuera el caso  -como sospechamos- la responsabilidad quedaría evidentemente compartida.


(4)  Véase nuestro artículo: "Gustavo le Paige: escudriñando los orígenes del pueblo atacameño", en este mismo blog de fecha 11/07/2010. 

El arqueólogo Agustín Llagostera M. en su obra Los antiguos habitantes del Salar de Atacama, Prehistoria atacameña,  (Biblioteca del Bicentenario, Pehuén editores, 2004): destaca lo siguiente sobre la inmensa labor arqueológica del padre le Paige en la zona: 

"El Padre le Paige, si no fue el primer investigador de estos lares, fue el que trabajó y vivió aquí  por más tiempo y, con justa razón, se autodefinió como  el "creador de los estudios atacameños". Reuió alrdedorde 375.000 objetos, descubrió más de 100 sitios arqueológicos y cerca de 40 pueblos en ruinas, excavó más de 3.000 sepulturas  en alrededor de medio centenar de cementerios" (2004: 13).  


(5) Le Paige consigue a través de sus contactos en Francia, varios fechados por C14 obtenidos del Institut Internationale de l´Énergie Nucléaire de Francia de muestras de las culturas que considera más representativas del desarrollo cultural en el área aacameña. Así envía, por ejemplo,  muestras de su famoso cráneo de Tambillo, espécimen  que considera de su  "tipo Chato",  con evidente  influencia -según él- del tipo Neandertal. Le Paige, en efecto, no desdeña recurrir a las más avanzadas técnicas de fechado de sus materiales arqueológicos, así como consulta constantemente sus dudas con geólogos, antropólogos físicos  o  paleontólogos . 


(6)  Le Paige se pregunta, confuso,  sobre la época  precisa de un posible cruce genético entre el Neandertal y el tipo Sapiens. Y se inclina por creer que tal mezcla genética pudo producirse en territorio americano. Para él, sus cráneos del "Tipo Chato" lo estarían demostrando...Hoy sabemos, sin embargo,  por la arqueología, que los grupos Neandertal se extinguen totalmente y desaparecen en Europa y Asia hace unos 40.000 años atrás.  No conocemos aún con precisión las fechas más antiguas del posible tránsito de grupos humanos desde Siberia, a través del Estrecho de Behring, hacia América (Alaska). Los fechados más antiguos, probables,  que hoy manejan los arqueólogos americanos,  rondan los 25.000-30.000 años A.P. (antes del presente). Pero no más atrás por ahora...  Hubo, probablemente, varias oleadas sucesivas, siendo los esquimales al parecer los últimos en poner pie en Alaska, varios  milenios más tarde,  procedentes de Asia. Pero hasta hoy, no se ha registrado dato alguno que confirme con certeza  la penetración de grupos Neandertales o Neandertaloides a América. El tema, sin embargo, como en la época de le Paige, sigue siendo  hoy de gran interés y actualidad.


(7) No sabríamos si los argumentos esgrimidos aquí por le Paige en favor de su hipótesis poseen validez científica. Aquí tienen que opinar más bien los especialistas: es decir, los antropólogos físicos.


(8)  La única pista que hemos hallado sobre el conocimiento de le Paige en temas de antropología física son sus contactos con el médico forense (?) Carlos Larrain del Campo quien revisa algunos de sus trabajos sobre craneología de Atacama.

  

(9)  No hemos vuelto a leer nada sobre la existencia de "cráneos chatos" en la literatura científica chilena, de suerte que, a lo que parece, se trató aquí  solo de "un volador de luces" de le Paige, fruto de su entusiasmo por hallar evidencias de la existencia de un período Paleolítico  en América representado por tipos Neandertales. 


(10)  Si Ghatchi es en realidad una de las más antiguas culturas representadas en la zona atacameña  -como sospechaba le Paige- sus portadores habrían sido tan solo cazadores-recolectores nómades o semi-nómades. Tales bandas primitivas, ex hypothesi, muy anteriores a los grupos agrícolas aldeanos radicados en los aillos atacameños, debieron ser sumamente pequeñas, movedizas, siguiendo a diario a sus presas de caza, y seguramente estaban constituidas por muy pocos individuos. No tenían propiamente cementerios.  Al morir alguno de sus miembros, habría sido enterrado (o depositado) en cualquier parte. Tales grupos, al no poseer cementerios propiamente dichos, enterraron o dejaron a sus difuntos allí mismo donde fallecieron. No podría ser de otra manera dado su tipo de vida esencialmente movediza y migratoria. Hallar hoy sus cuerpos, parecería ser solo cuestión del azar. No habría, a lo que creemos,  ninguna pista segura para hallarlos.  Sin embargo, sospechamos que se albergaban de preferencia en cuevas naturales donde, posiblemente, fueron también depositados sus difuntos.


(11) Le Paige era  un ferviente admirador de las ideas del jesuíta y paleontólogo francés Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955). Leía apasionadamente sus obras póstumas, escritas en francés. y publicadas a partir del año 1955 en París. Durante mis últimas estancias en San Pedro de Atacama (fines de 1964)  le Paige me obsequió como recuerdo un ejemplar de la obra de Teilhard: Le groupe zoologique humain, publicado por Editions Albin Michel.  


(12) En mi Diario de Campo  rotulado como 1-A,  que conservo aún conmigo, he transcrito entre las páginas 1 y 72,  mis observaciones y notas personales tomadas en dicha excavación en el túmulo de la Parcela  nº 9  del valle de Azapa en el año 1964. Son anotaciones francamente rudimentarias, con dibujos muy primitivos de los hallazgos hechos en cada tumba. En aquellos primeros años de mi actividad arqueológica, no tenía yo todavía una noción clara de la enorme importancia de llevar un detallado y preciso Diario de las observaciones hechas en terreno. 


(13)  Estas tres momias más algunas hermosas piezas de cerámica decorada procedentes del túmulo de Azapa, obsequiadas por Percy Dauelsberg quedaron depositadas en septiembre del año 1964 en el Museo de la Universidad del Norte en Antofagasta. Su heredero, el museo regional de Antofagasta, podría, tal vez,  conservarlas aún hoy  en sus colecciones.


(14)  En aquellos años, no había ningún control  sobre tráfico de objetos  arqueológicos en el país, lo que recién en la año 1993,  con la puesta en vigencia de la nueva Ley indígena Nº 19.253 del presidente Patricio Aylwin, empieza a ser objeto de control  y castigo.  


(15).  Más de 20  cuerpos momificados  sacrificados a las divinidades de los cerros  han sido encontrados hasta hoy en las cumbres andinas del sur del Perú,  Norte de Chile y Argentina. Casi siempre se trata de individuos muy jóvenes, niños o niñas. El rito de la "Capacocha" ha sido descrito prolijamente por varios cronistas españoles como Betanzos, (1551), Molina (1575) o Guamán Poma de Ayala (1615).


(16)   La BBC de Londres nos informó en el mes de febrero de 2024 acerca del notable descubrimiento de un conjunto de más de 200 sarcófagos y momias en la necrópolis de Saqqara, en un red de túneles bajo una antigua pirámide. Momias que serán exhibidas en el nuevo y colosal  museo  egipcio de El Cairo.

(17)  El médico patólogo alemán, Dr  Otto Aichel, en su extenso trabajo "Ergebnisse einer Forschungsreise nach Chile-Bolivien", publicado  en la revista alemana Zeitschrift fur Morphologie und Anthropologie (Vol. 31, 1932: 1-166), afirma haber excavado  numerosas tumbas en busca de cráneos indígenas en nuestra zona atacameña y en la costa aledaña para sus estudios de craneología comparada. Su colega y coautor del trabajo, Gunnar Moeller-Horst en la sección intitulada: "Der äussere knöcherne Gehörgang  südamerikanischer Schädel"  dice textualmente al respecto:

  "....los principales, lugares de hallazgo son: Taltal: 12; Santa María: (isla), 13; Calama, 20;  Chiuchiu:  26; Copaca: 31;   Chunchuri; 53;  y Quillagua: 156"  (ibid. 1932: 76). Lo que hace un total de 311 cráneos exhumados en otras tantas tumbas. Además de varias decenas de cráneos obtenidos de la franja costera entre Cobija y Taltal. Expresamente nos indica, además, que "aquellos cráneos son en parte deformados, en parte, sin señas de deformación. Los cráneos que tenían partes blandas momificadas o el timpanicum dañado, debieron ser, para los efectos de esta investigación, descartados". (ibidem, 1932: 76).  

En su "Einführende Bemerkungen" (Notas introductorias), Otto Aichel nos confidencia finalmente: "como resultado de mis excavaciones, pude yo incrementar gracias al aporte de esqueletos, cráneos y momias,  la colección del Instituto de Antropología de Kiel en alrededor de 400  piezas de su catálogo". (1932: 2; énfasis nuestro).

Era una época, por lo visto,  en que primaban en Europa (a través de Paul Broca) y en los Estados Unidos (por  Ales Hrdlicka y su equipo) los estudios de craneología comparada, tanto para un examen profundo de las diferencias observables  en las distintas razas humanas y sus orígenes, como para el examen de sus rutas de  propagación y difusión a través del planeta.  La expedición contó, según se nos informa,  con el pleno apoyo del gobierno del Presidente Carlos  Ibáñez del Campo  y las autoridades locales y  tuvo lugar en los años 1928-1929,   durando casi exactamente un año. En el museo de Santiago, contó con el irrestricto apoyo del antropólogo  chileno Dr. Aureliano Oyarzún, uno de los poquísimos chilenos que por entonces se interesaban  por este complejo tema: la paleo-antropología.  Gustavo le Paige, aunque 25 años más  tarde, es ciertamente partícipe de estas mismas inquietudes y objetivos de la ciencia antropológica de su tiempo. No es, por tanto, una excepción, una rara avis,  como se nos quiere hacer creer aquí en Chile.

   (18)  El día 1º de noviembre la iglesia católica commemora el día de todos los Santos, y el 2 de noviembre, la commemoración de los Difuntos. En ambos días los fieles católicos visitan los cementerios llevando flores  a  sus deudos. En la sierra ecuatoriana, en Otavalo, nos tocó,  a fines de 1977, observar cómo los parientes llegaban al cementerio con alimentos y bebidas que consumían junto a las tumbas de sus deudos, acompañándoles por horas y horas,  brindando por ellos.


(19) Este interesante y curiosísimo caso ha sido bien estudiado por el arqueólogo norteamericano  Junius B. Bird en su artículo titulado:  "The copper man a prehistoric miner as his tools from Northern Chile",  y fue editado por la Dunbarton Oaks Conference on Precolumbian Metallurgy at South America, Trustees for Harvard University, Washington, D.C. 1975: 105-132. No sabemos si ha sido sometido a  examen de su ADN y si éste sea hoy compartido por descendientes atacameños.  


(20)  Los  arqueólogos  que exploraron en detalle  este tramo del Qhapaq Ñan señalan explícitamente la existencia de varios tambos y tambillos incas a lo largo de la extensa y desolada ruta entre el poblado atacameño de Peine y el pueblo de Copiapó. (Cfr. Hans Niemeyer y Mario Rivera: "El camino del Inca en el despoblado de Atacama", Boletín de Prehistoria de Chile   Nº 9, 1983: 91-123).


(21) Véase especialmente una de sus más representativas  obras:  "El control vertical  de un máximo de pisos ecológicos  en la economía de las sociedades andinas",  Universidad Nacional Hermilio  Valdizán, Huánuco, Peru, 1972.  

 

(22) La continua movilidad sierra-costa, propia del control vertical de varios pisos ecológicos, exigía un continuo movimiento de recuas de llamas de carga entre las comunidades alteñas y los grupos de pescadores changos  o camanchacas de la costa.  Cada viaje solía o podía durar varios meses y recorría numerosos pueblos.


(23)  El arqueólogo Lautaro Núñez señala en uno de sus trabajos la presencia de entierros de pescadores costeros en cementerios antiguos de Pica. Dada la constante movilidad costa-sierra ya aludida, esto no tendría nada de extraño. Nosotros también hallamos y estudiamos un lugar de descanso de pescadores costeros en plena  pampa del Tamarugal, muy cerca del Cerro Unita, camino al pueblo de Tarapacá, con presencia de instrumental de pesca, puntas de proyectil y alimentos varios. Consulte en este nuestro blog el artículo  titulado: "Un campamento de pescadores en plena Pampa del Tamarugal, ¿qué hacen  aquí en pleno desierto?. (Fechado el  10-01-2015).

De  paso, señalemos aquí que nosotros siempre utilizamos la grafía tradicional "Tiahuanaco" y no la de "Tiwanaku" -impuesta  por los arqueólogos norteamericanos-, por razones de índole lingüística, según la recomendación que  nos hiciera hace años el gran lingüista peruano Rodolfo Cerrón Palomino.


(24). Véase el artículo de J. Pavez publicado en la propia revista creada por el padre le Paige, "Estudios Atacameños",  Nº 44,  año 2012, con el título de: "Fetiches Congo, momias atacameñas  y soberanía colonial. Trayectoria de Gustavo le Paige, S.J. (1903-1980)".     

(25)   Los estudios comparativos del ADN mitocondrial, son hoy día muy frecuentes -aunque caros- para dilucidar esto temas tan espinudos. Sospechamos que si se llegara a detectar tal  "parentesco", éste vendría a ser  -a lo que creemos- sumamente lejano y débil  y no habría ya razón de peso para considerarles  como "sus abuelos".  

(26) En las  arteras y a veces  solapadas acusaciones actuales contra le Paige y su Museo, constatamos hoy mucho más que sólidos y potentes argumentos científicos, la expresión de un "purismo" indigenista exacerbado y desbordado que, tras el intenso y sostenido mestizaje  comprobado tras siglos de contacto con los blancos y varios  otros grupos indígenas vecinos,  pasaría a ser, a nuestro juicio,  inconsecuente  e incluso errado. El atacameño de hoy es  un ser muy mestizado tanto biológica como culturalmente, fruto de un  intenso y continuo entrecruzamiento genético con otros pueblos y culturas desde hace milenios. Aquí, la pureza racial o cultural, (lo "atacameño") que parecerían preconizar algunos, no es más que un mito.  










viernes, 16 de febrero de 2024

Itinerario científico del jesuita arqueólogo Gustavo le Paige de Walque. Breve revisión de las fechas más importantes de su carrera.

 

      In memoriam


En afectuoso recuerdo del escultor Harold Krüssel Johansen   (1939-2021). autor de la estatua erigida al padre Gustavo Le Paige en San Pedro de Atacama.


Cronología de un pionero.


El presente capítulo tiene por finalidad  destacar las fechas señeras de la vida y obra realizada por el jesuita Gustavo le Paige en su querida tierra atacameña, entre el año 1955, fecha de su arribo a San Pedro de Atacama y su fallecimiento en Mayo de 1980. Anteponemos, además,  algunas de las fechas  más significativas de su vida personal antes de su llegada a Chile.  

En este mismo blog, hemos  editado ya varios capítulos dedicados a rememorar las diversas facetas de la vida tanto personal como académica del jesuíta. Capítulos destinados a reivindicar y realzar su memoria, ultrajada y vilipendiada hoy por unos pocos atacameños instigados, lamentablemente, por algunos chilenos. Acusado equívocamente de  "profanador de tumbas",  "irreverente destructor de cementerios",  o  "ladrón de cráneos humanos", o incluso de "utilizar  niños como mano de obra barata",  la figura del sacerdote belga Gustavo Le Paige, ha sufrido tal grado de agresión y embate en estos últimos dos decenios,  que el hecho  ha repercutido -cual fatídico boomerang- en su Museo, en su figura histórica, en su memoria, en su trayectoria científica y hasta en su propia estatua levantada al alero de su Museo, obra eximia del escultor Harold Krüssel Johansen, hoy abandonada. 


Fig. 1.  Estado actual de abandono de la estatua del P. le Paige, junto a las ruinas de su querido Museo.  (Foto H. Larrain, enero 2016). Hoy (Enero 2024), altas bardas nos impiden mostrar el estado de desamparo y deterioro del monumento.

Nos hemos enterado, con profundo dolor e indignación, que su estatua aún yace allí, en un abandono ignominioso,  a merced de vándalos, grafiteros o icononoclastas irreverentes. Soberbia efigie,  cuya estampa refleja muy bien el profundo  anhelo de Le Paige por reivindicar la enorme antigüedad del pueblo atacameño y rescatar su importancia para la ciencia. Harold Krüssel, su creador, fallecido hace poco más de dos años (2021), tal vez nunca llegó a enterarse de este desprecio criminal por su obra, una de sus mejores producciones artísticas. ¡Ojalá no haya tenido noticias  del triste destino actual de su obra artística!. 

Solo haría falta hoy que alguien se la robe o la destruya, dando cima así a este triste y doloroso  capítulo de ignominia, ignorancia y estupidez humanas.


  Esta no pretende ser una biografía del sabio jesuita. 

  

No es nuestra intención escribir aquí una biografía, aunque sucinta, de Gustavo Le Paige. Otros ya lo han intentado hacer (ver bibliografía). Su ardua y fructífera labor científica en Atacama es innegable y merece nuestro pleno reconocimiento y admiración.  Fueron 24 años de dedicación absoluta y abnegada al estudio de lo que el denominara "la continuidad de la cultura atacameña".


La opinión de algunos coterráneos.


 Hacemos nuestras las palabras con que un insigne investigador del área atacameña, el Dr. Agustín Llagostera Martínez, antofagastino,  dejara estampadas en su notable trabajo: "Los antiguos habitantes del Salar de Atacama. Prehistoria atacameña" (Pehuén Editores, Santiago, 2014: 215 p.):


"El Padre Gustavo Le Paige si no fue el primer investigador de estos lares,  fue el que trabajó y vivió aquí por más tiempo y con justa razón se autodefinió como "el creador de los estudios atacameños". La persistencia en sus trabajos, la creación del Museo Arqueológico, sus publicaciones y el acopio de patrimonio que logró obtener durante sus 25 años de actividad, le hace acreedor del mérito que el mismo se reconoció. Reunió alrededor de 375.000 objetos, descubrió más de 100 sitios arqueológicos y cerca de cuarenta pueblos en ruinas, excavó más de 3.000 sepulturas en alrededor de medio centenar de cementerios. A los cuatro años de haber llegado a estas tierras, publicó dos artículos con el titulo de: "Antiguas culturas Atacameñas en la Cordillera  Chilena", y diez años después, organizó un Congreso Internacional en San Pedro de Atacama. En ese Congreso proclamó ante el mundo que no se debe aceptar la idea de que la cultura atacameña se formó por una superposición de culturas que se habrían reunido solo por azar en San Pedro de Atacama;  tampoco presentarla como una extensión de las culturas de más al Norte: ¡la cultura atacameña habría tenido un desarrollo autónomo!. (Llagostera, 2004: 13-14).


El testimonio de un atacameño notable, Osvaldo Rojas Mondaca, infatigable impulsor y director de los nuevos Museos de Calama y Lasana, nos parece especialmente relevante. Nos escribía en el año 2013 al respecto:


"Sin duda, hoy gran parte de la existencia del pueblo Likan antai  se debe al Padre, por haberlo instalado en un contexto mundial. El desarrollo reciente del pueblo de San Pedro de Atacama y, en general, el de los pueblos andinos, se debe significativamente al trabajo de este pionero visionario. Los recientes estudios prehistóricos sobre el hombre de Atacama hoy confirman sus audaces teorías, propuestas tantos años atrás.  Los avances con que se consolidó, no solo se dieron en lo social, sino significativamente, también  en lo científico.
Hoy, por la vorágine propia de nuestro tiempo, acostumbramos  opinar sin el más mínimo interés por documentarnos sobre las materias que tratamos.
De esta forma, se tiende a desconocer el aporte de le Paige no solo entre algunos comuneros, sino también en el ámbito académico; como única explicación de este hecho encuentro una gran ignorancia y/o falta de interés por conocer uno de los aportes humanos más significativos que  esta amada terra  tuvo el 
privilegio de recibir".  (en carta enviada desde Calama al suscrito en el año 2013).


La ocasión para este capítulo.


Este capítulo nace de un hecho muy particular. En efecto, hemos tomado conocimiento, casi por casualidad, que su gran obra el  "Museo Arqueológico de la Universidad del Norte" levantado por Le Paige y sus ayudantes atacameños en el año 1962 en el pueblo de San Pedro de Atacama, con planos hechos por el arquitecto antofagastino Carlos Contreras Alvarez, sigue aún parcialmente en pie, aunque en estado agónico y terminal, luego de su implacable desmantelamiento decretado por la Municipalidad de San Pedro en el año 2016.


Estado actual de los restos del Museo arqueológico "Gustavo Le  Paige". 


Fig.  2.   Estado actual de la primera rotonda del Museo Arqueológico, levantada en el año 1963,  tras la orden de demolición decretada por la Municipalidad de San Pedro de Atacama (Foto H. Larrain, enero 2016).

Etapas significativas  de la vida de Le Paige.


El objetivo principal de este capítulo es presentar, en forma esquemática y didáctica, el itinerario personal del jesuita Gustavo le Paige, señalando de manera especial los hitos más  importantes de su vida así como sus numerosos logros en el área científica y humana y los  reconocimientos y distinciones con que en su tiempo fue agraciado a nivel nacional e internacional.

 Varios de nuestros lectores habituales nos han pedido más información sobre la vida del P. le Paige  con ocasión de la lectura de nuestros últimos capítulos, en este mismo blog. Con este nuevo capítulo, esperamos poder  satisfacer su anhelo. 

Queremos aquí destacar, en efecto, el genio particular de Le Paige como el más prolífico investigador de la cultura atacameña a la vez que acérrimo e incansable defensor de su pueblo: el atacameño  o lickan antai. Éste, "su pueblo" al que dedicara su vida entera,  parecería hoy darle las espaldas, alentado por intereses de algunos que, hoy ocultos en las sombras, han tratado de enlodar, desprestigiar y desfigurar su rica personalidad, su notable grandeza de alma y su enorme y aún muy superficialmente estudiado legado científico.


Itinerario personal, científico y académico del arqueólogo Gustavo le Paige.


 (Hemos seleccionado estas fechas sea de sus  propios trabajos, sea de algunas otras fuentes como la obra del periodista belga Christian de Brulle sobre el sacerdote (2010; ver bibliografía).


24/11/1903:  nace Gustavo Le Paige de Walque en el pueblo de Tilleur, cerca de Lieja (Bélgica). Uno de los once hijos de  Constantin le Paige  y Thérèse de Walque. Confluyen, según creo, en él sus distintos ancestros tanto valones como flamencos. Varios de sus antepasados fueron ilustres personajes que destacaron en la ciencia en su patria.  Toda su educación se desenvuelve en lengua francesa.  Que se sepa, Le Paige no dominaba el flamenco y leía con alguna dificultad el inglés. 


1911.  El joven Le Paige hace su Primera Comunión.


1922. Entra como novicio al noviciado jesuita de  Arlon,  Bélgica.


1924. Primeros votos al término del Noviciado de los jesuitas. Da inicio en Francia a sus estudios humanísticos, primero y filosóficos, después.


1928.  Permanencia de 3 años en el Congo Belga  (hoy República Democrática del Congo) antes de ser ordenado sacerdote. Corresponde al período de la formacion jesuita denominado  "Magisterio".


1935.  Recibe su ordenación sacerdotal en la ciudad de Lovaina. En este período tiene ocasión de conocer e intimar con el jesuita chileno Alberto Hurtado Cruchaga, futuro santo de la iglesia católica. Más aún, como testimonio de su amistad, asistirá a su ordenación sacerdotal en calidad de presbítero asistente


1936 al 1952  (en forma intermitente): permanece  por largos períodos en el Congo Belga como misionero católico itinerante. Realiza por entonces una activa y valiosa investigación etnográfica y folklórica de los diferentes grupos étnicos del Congo Belga. De esta prolífica actividad etnográfica y sus asiduos contactos con museos de Bélgica su patria,  ha quedado, afortunadamente un registro cuidadoso  en el Museo del Congo Belga en la ciudad de Tervuren.

 

1952.   Por breve tiempo, es nombrado superior de la misión jesuita de Ngi en el Congo Belga (hoy Zaire).

 

1952. Por orden de su Provincial, debe abandonar definitivamente la misión jesuíta del Congo Belga tras insalvables diferencias de criterio en el enfoque  misional con el obispo de la diócesis. Le Paige propiciaba y fomentaba una mucho mayor sintonía y cercanía  de la liturgia católica con el sentir de las tribus bantúes. Se le critica duramente por ello. Regreso intempestivo a Bélgica.


Agosto 1953.  Llega a Chile desde Bélgica tras su larga estadía misionera en el Congo. Al llegar, pregunta por su amigo  y compañero de estudios el P. Alberto Hurtado Cruchaga, quien ya había  fallecido poco antes en Santiago. Le Paige lo ignoraba. 

Nos tocó ser testigos directos del arribo de Le Paige a Chile aquel año 1953. En efecto, para perfeccionar el uso de la lengua castellana, lengua que desconocía, le Paige estuvo durante algunas semanas en el Estudiantado de los  jesuitas en Marruecos  (hoy Padre Hurtado), donde yo estudiaba en ese tiempo. Nuestra misión fue apoyarlo diariamente en el aprendizaje del castellano. Le Paige nunca llegó a dominar bien el castellano  y sus escritos, plagados de galicismos,  fueron siempre revisados por colegas de su Universidad. De ello nos consta. 


Febrero de 1954.  Es enviado como ayudante del  párroco a Chuquicamata. El lugar le desagrada profundamente. Echa de menos su vida de misionero itinerante en las aldeas campesinas del Congo Belga.


7 de diciembre 1954. Primera visita a la zona de San Pedro de Atacama desde Chuquicamata por recomendación del ingeniero belga Christian de Bruil.  Queda encantado con lo remoto del lugar y sus habitantes. Es el tipo de ambiente rústico al que estaba acostumbrado y donde se siente a sus anchas.


26 de Marzo de 1955.  Asume como  nuevo párroco en la parroquia de San Pedro de Atacama -por entonces vacante- nombrado por el obispo de Antofagasta Monseñor Francisco de Borja Valenzuela Ríos (1917-1998). La parroquia estaba vacante desde hacía bastantes años, desde la muerte de su predecesor el sacerdote  Domingo Atienza.


Abril 1955.  Primeros descubrimientos casuales de cerámica local y primeras observaciones hechas en el pucará de Lasana, Chíuchiu y  en  las huertas de Toconao. 


Marzo de 1956. Primeras conferencias sobre sus hallazgos arqueológicos en Antofagasta y en Santiago. Hacía apenas un año que asumiera como párroco del lugar.


1956.  Descubrimiento de los restos de la aldea sepultada  de Tulor y sus casas de barro.


23 Noviembre 1956.  Primer ascenso del volcán Licancabur de  5.990 m de altitud. Le Paige ya tiene 53 años.


29 Junio 1957. Inauguración de su primera Muestra Arqueológica en San Pedro de Atacama, en el local de su parroquia.  Las autoridades jesuitas de Antofagasta ven con cierta reticencia las actividades arqueológicas de Le Paige, pero terminarán finalmente por apoyarlas  e impulsarlas. El ecónomo de la Universidad, el jesuita   Alfonso Salas, le apoya con fuerza.


11 de diciembre 1957. Visita del obispo de Antofagasta y del Nuncio Apostólico en Chile.


1958. Publica su primer artículo en Chile sobre la base de sus propios descubrimientos recientes con el título de: "Antiguas culturas atacameñas en la cordillera chilena", en Anales de la Universidad Católica de Valparaíso, Nº 4/5, 1957/58,  15-143. Este trabajo, extenso  y lleno de información relevante, es un testigo fiel de su enorme movilidad por el ámbito de su extensa parroquia.

 

1958. Publica su segundo trabajo científico relativo a la cultura atacameña,  con el nombre de:  "Antiguas culturas atacameñas en la cordillera atacameña, época paleolítica", Revista Universitaria, Universidad Católica de Chile,  Anales de la Academia de Ciencias Naturales, Volumen 43, Nº 22,  139-165.


Abril-Mayo 1959.  Descubre instrumental lítico que por su factura, considera "paleolítico": "los vestigios de Ghatchi y Calar son (de edad  de) más de 20.000 años pues tipológicamente son de la forma de los choppers del Asia...;. también hemos hallado instrumental del tipo hacha de mano abbevilliense..." (Le Paige, 1957/58: 16). Le Paige se halla aquí fuertemente influido por los descubrimientos recientes del período paleolítico europeo  y sus publicaciones en francés que recibe periódicamente desde Europa.

 

1960. Se le concede la medalla al mérito Bernardo O´ Higgins en virtud de sus descubrimientos  y hallazgos.


1962. (mediados de año). Con la ayuda de sus ayudantes atacameños, le Paige inicia audazmente la construcción de su nuevo Museo en San Pedro de Atacama. Los planos fueron elaborados por su amigo el arquitecto antofagastino Carlos Contreras, colaborador de la Universidad.


Enero 1963.  El P. Le Paige inaugura el  "Primer Congreso Internacional  de Arqueología" de Chile  en el recinto aún inconcluso del nuevo Museo. Acude, además de un número significativo de arqueólogos  chilenos,  un selecto grupo de connotados especialistas de los países vecinos: Argentina, Bolivia y Perú. 

Fig. 3. Enero de 1963. Asistentes al primer Congreso de Arqueología de Chile, en el nuevo Museo arqueológico fundado en San Pedro de Atacama por el padre  Gustavo le Paige.   Aquí le Paige presenta sus descubrimientos líticos en el sitio Ghatchi que sospecha correspondan a un  "Paleolítico americano".

Mediados de 1963. Inauguración oficial del primer pabellón de su Museo Arqueológico.


12 Marzo 1964. Es nombrado profesor e investigador de la Universidad del Norte en Antofagasta. El Museo queda así oficialmente incorporado a la Universidad gracias a las gestiones  de  los jesuítas Alfonso Salas y Gerardo Claps.  Inicialmente, le Paige se resiste  fuertemente a esta incorporación por temor a perder autonomía e independencia en su gestión, pero termina finalmente por ceder. 

 

18 al 20 de Marzo 1964. Recibe la visita del rey Leopoldo III de Bélgica y su esposa Liliane. Le Paige les obsequiará hermosas muestras de cerámica y lítica, fruto de sus hallazgos. 

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12 Abril 1964. Se le nombra oficialmente profesor-investigador de la Universidad del Norte en Antofagasta.  El Museo y sus colecciones quedan así incorporadas oficialmente a la Universidad del Norte. 


Octubre 1964. Se le nombra "Caballero de la Orden al Mérito Bernardo O´Higgins".


Noviembre 1964.  Exposición de las obras pictóricas de le Paige y otros pintores en Calama. Obras hechas durante su larga estadía en el Congo Belga y en Atacama. 


Diciembre 1964 - Enero 1965. Viaje a Bélgica. Da conferencias sobre sus descubrimientos en la ciudad de Lieja. El Rey Leopoldo y su esposa le hacen entrega de una de una importante donación para la adquisición de un equipamiento médico  para el pueblo de  San Pedro de Atacama.


Septiembre 1967. Visita del Presidente de Chile Eduardo Frei Montalva a San Pedro y su Museo arqueológico. Es la primera vez que un Presidente de la República visita el poblado. Le Paige consigue apoyo económico para su pueblo.


Diciembre 1969. Se celebra en San Pedro de Atacama el Congreso Panamericano de Arqueología.


11/10/1971. Se le concede la ciudadanía chilena por gracia, en virtud de sus méritos y calidad de su trabajo científico.


 4/10/1975. La Universidad Católica del Norte, su Alma Mater, le concede el titulo de "Doctor  Honoris Causa" y edita un volumen especial en su honor, con el título de: "Homenaje al Dr. Gustavo le Paige, S.J.". 


03/12/1977. El Embajador de España en Chile don Luis Arroyo Oznar  le otorga la Insignia de la Orden Isabel La Católica, concedida por el Rey Juan Carlos de España.

 

Octubre 1978. Coautor en la obra "Cultura atacameña", de los autores Bente Bittmann, Gustavo Le Paige y Lautaro Núñez en la Serie "El Patrimonio cultural chileno, Colección Culturas Aborígenes", Departamento de Extensión Cultural del Ministerio de Educación, Santiago, 1978. Esta sería la última publicación científica de Le Paige, de la que estaba muy orgulloso.


Octubre 1979. Los superiores ordenan al  P. Le Paige trasladarse a Santiago para tratar su enfermedad.  Acepta,  aunque a regañadientes. En la residencia de los jesuitas en Santiago, es cuidado por el enfermero don José Antonio Mendoza.


2 de Noviembre 1979. Entrevista hecha a Gustavo Le Paige  por Horacio Larrain, en la enfermería de la residencia de los jesuitas en Santiago. (Transcrita y comentada en su blog: https://eco-antropologia.blogspot.com con el título de  "Entrevista a Gustavo le Paige, S.J. el 2 de noviembre de 1979" y  editada el  16/06/2010).


19/05/1980. Fallece en Santiago de Chile tras un larga y penosa enfermedad de cáncer.


23/05/ 1980.  Sus restos son trasladados  desde Santiago a San Pedro en cuyo cementerio fue enterrado en solemne ceremonia. Allí  reposan hasta hoy en una sencilla tumba, al lado de la del presbítero Domingo Atienza, su predecesor y  rodeado de sus queridos atacameños.


Artículos, obras y/o trabajos posteriores referentes a la obra  de  Gustavo le Paige, S.J. 


1980.  Eliana Durán,  “R.P. Gustavo le Paige de Walque, (1903-1980)”. Noticiario Mensual del Museo Nacional de Historia Natural, Año XXIX, Nº  283-284.


06/0/6/1980. Horacio Larrain: “Recuerdo  del Padre Le Paige”, Diario “El, Mercurio”, Santiago de Chile. 


28/06/1981.  Reportaje “La Herencia de Le Paige”,   Diario “El Mercurio” de Santiago de Chile.


Diciembre 1984.  El Departamento de Extensión Cultural del Ministerio de Educación de Chile publica el volumen: “Museo Arqueológico R. P. Gustavo le Paige S.J. de los autores Agustín Llagostera y María Antonietta Costa  con numerosos grabados y fotografías de los especímenes del Museo. (Serie Patrimonio Cultural Chileno. Colección Museos Chilenos, 96 p.).


1991.  Se inaugura en el Museo la "Sala del Tesoro", con aportes de la Minera La Escondida. Allí se exhibía las piezas de oro halladas por el sacerdote en el callejón de Larache y otros lugares de la Comuna. 


1993. Lautaro Núñez publica su obra: "Gustavo le Paige. Cronología de una misión", Ediciones Universitarias, Universidad Católica del Norte, 1993. Es un relato liviano,  más bien anecdótico, de la agitada vida de Le Paige como misionero itinerante. 


1996.  El arqueólogo chileno Mario Orellana Rodríguez le dedica varias páginas en su obra: Historia de la arqueología en Chile (1842-1990), Bravo y Allende Editores, 1996. ( ver pp. 184-188). Destaca allí la importancia del aporte de le Paige para el estudio de las culturas atacameñas.


2010. El periodista belga Christian du Brulle publica su obra biográfica sobre le Paige: "Le dernier roi de L´Atacama",  Editions Mols,  Collection Histoire, Paris.  


2011. Artículo de Horacio Larrain: “Un Legado inconcluso: Tras las huellas de Gustavo Le Paige, S.J”,  “Revista Mensaje”,  Nº 5.495, Vol. LIX,  pp. 45 a 48, Santiago de Chile.


2012.  El sociólogo  Jorge Pavez Ojeda publica el artículo: "Fetiches kongo, momias atacameñas y soberanía  colonial. Trayectoria de Gustavo le Paige s.j. (1903-1980)". En revista Estudios Atacameños, Universidad Católica del Norte, Museo Arqueológico Gustavo Le Paige, Nº 44, versión on line ISSN  0718-1043.


Lautaro Núñez, 2015, "Pinturas de Gustavo le Paige. Imaginario y vida de un misionero jesuita", publicado en forma de un catálogo comentado sobre el contenido de sus producciones pictóricas (Quillka Ediciones, Universidad Católica del Norte.


Nuestro comentario final.


Hay una patente y curiosa discrepancia (y yo añadiría distancia sideral) entre  la enorme cantidad de elogios, condecoraciones y preseas recibidos por le Paige durante su vida como premio a su labor científica (como consta en nuestro inventario más arriba)  y lo que viene ocurriendo con él en los últimos 10  ó 15 años a esta parte en la zona atacameña.  Ataques arteros a su persona y su obra, abiertos o solapados,  por parte de algunos antropólogos e incluso personeros atacameños que lo han  tildado de  "profanador de tumbas",  "saqueador de cementerios", "destructor de ruinas" o "utilizador de mano de obra barata" en sus trabajos arqueológicos. Para otros, es un ingenuo reproductor de  añejos procedimientos y métodos colonialistas  reñidos con  la dignidad  de las etnias indígenas y sus normas de respeto hacia sus antepasados.  Grupos indígenas  hoy reconocidos en la Constitución chilena, han exigido retirar de los vitrinas de los museos del país los restos en exhibición de sus "antepasados" indígenas (cuerpos, momias o esqueletos) por respeto a su memoria y a sus actuales descendientes. Así, en los últimos años, hemos visto desaparecer de todos nuestros Museos  tales exhibiciones de cuerpos humanos, consideradas inmorales y provocadoras por un segmento de la población nacional. 

Tal ha ocurrido también en las dependencias provisorias  del actual museo de San Pedro de Atacama. Es cierto que el padre le Paige en su museo solía mostrar con orgullo cuerpos momificados con su respectivo ajuar mortuorio, en sus salas de exhibición museográfica. Cuerpos momificados de antiguos atacameños con su ajuar respectivo partieron a la Exposición Universal de Sevilla en el año 1992 y allí yacen aún en bodega. Hasta alguien, en época de le Paige,  se permitió bautizar con ironía a la momia intacta de una joven atacameña expuesta en el Museo de San Pedro  como "Miss Chile". ¿Exageración? ¿Acto indignante y vergonzoso?. ¿Ofensivo para los pueblos indígenas actuales?

Hemos conocido muchos Museos en América y del mundo donde se exhibían (y aún se exhibe) cuerpos momificados de culturas pasadas. Egipto es tal vez el caso más conocido, donde centenares de momias  han sido depositadas, estudiadas y mostradas ostentosamente  al público visitante. La famosa momia del faraón Tutankamón es un clarísimo y bien conocido ejemplo.

 El American Museum of Natural History de Nueva York aún expone el cuerpo momificado de un minero atacameño (rotulado como "el hombre de cobre")  hallado en el año 1899 en la mina "La  Restauradora"  (Chuquicamata)  junto con sus primitivas herramientas, durante las primeras labores mineras en la zona. 

¿Por qué en Chile (y otros países de América) ha surgido este "grito de enfado etnocéntrico",  y no ocurre lo mismo en los Museos de Egipto, Nubia,  o  Afganistán?. ¿Por qué allá,  sus actuales habitantes, no protestan también contra la exhibición de sus ancestros momificados?.

Este tema da, en nuestra opinión, para un análisis mucho más profundo mediante un capítulo especial de nuestro blog. Lo que haremos pronto, si Dios quiere. Porque aquí parecería radicar la mayor parte de las críticas vertidas por algunos líderes atacameños actuales (aliados con algunos antropólogos) contra el proceder habitual de le Paige en su muestra museológica en San Pedro de Atacama.